Nuestra Necesidad.

Sin duda, querer, necesitar o requerir de la aprobación de un grupo, un entorno, o un círculo social, es, y ha sido necesario para el ser humano desde siempre.  Como bien se encuentra en las escrituras, el hombre no fue hecho para estar solo, y de allí el requerir conectar con esta parte social.  En Génesis encontramos lo siguiente:

Génesis 2:18:Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.

Es por ello, que el requisito, está impregnado en el hombre desde sus inicios.  Es un ser social. ¿Quién puede negar que al compartir con otras personas, con gustos e intereses similares, se siente gusto, alegría, gozo, entre otras cosas? Ahora bien, cuando dentro de estos círculos, o relaciones interpersonales, se generan conflictos por desacuerdos, malentendidos, entre otros, la sensación que de inmediato se produce es una desarmonía en su totalidad, y al ser almas vivientes con la imagen y semejanza del creador.  Así lo encontramos en.

Génesis 1.26:   Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.

Siempre vamos a requerir ese equilibrio en nuestros espacios, en nuestra esencia, mantenernos en armonía y en paz, es lo que, como alma viviente, siempre vamos a requerir.  Sin embargo, sostener este equilibrio social, nos inunda de tantos límites, norma o comportamiento, que al fin de cuenta acaban por matarnos, es decir, acaban por hacer de nosotros lo que son los demás, dejando nuestra individualidad de lado.

Percepción Externa.

 Cuantas veces, no hemos hecho por alguien, acciones que no estaban en nuestro querer; y, sin embargo, lo hicimos, por ser aceptados, o por obtener el mejor juicio de valor; pero por más que nos esforzamos, terminamos siendo enjuiciados de una manera completamente diferente a la intención real de nuestra acción. Normalmente, es así, debido, a que cada uno percibe, entiende, y comprende su mundo, desde su propio punto de vista, desde lo que ha vivido, desde lo que ha experimentado, y solo de esa manera es que puede calificar, determinar o evaluar cualquier situación.

 Nadie, absolutamente nadie, puede percibir exactamente la intención de tu acción, ¡Es Imposible!, porque por más que te demuestre, o te exprese que pudo entender tu acción, y tú, al escucharle, digas. ¡Okey me entendió muy bien!, su conclusión siempre, por siempre, tendrá impregnada, lo que él o ella considera, basado en sus experiencias de vida. Y este matiz de interpretación que le otorga el otro a tu real intención, desvirtúa, como mínimo, en un 0,1% tu mensaje. A esto se debe que, Dios declarará, que era Él que nos enseñaría todas las cosas, porque solo él sabe, cómo ese SER interpreta o entiende de acuerdo a única realidad.

¡Dejamos de ser Culpables y de Culpar!

Cuando asumimos, que nuestra percepción siempre es nuestra percepción, y que los demás tienen el mismo derecho de percibir, desde lo que son, desde sus experiencias, desde lo que han vivido; en ese momento, DEJAMOS DE SER CULPABLES, de necesitar encajar en un entorno, de deberle a los demás. Al tener este entendimiento, pero sobre todo al ser consciente de esto, se termina el estrés, la preocupación, el cansancio, de necesitar ¡ser aprobados!, en un entorno, que está, lleno de múltiples interpretaciones. De igual manera liberamos al otro de mi percepción, y lo dejo que viva su propia experiencia, que experimente su entorno, que lo perciba como lo elija, y que sin poder yo evitarlo, construya desde su interpretación, o desde su percepción, siendo esta la manera, en la que cada quien construye su mundo y siembra en este planeta.

Dejar de ser culpables, nace cuando reconoces lo que eres. Y dejar de culpar termina, cuando reconocemos lo que el otro es!