1. La Distinción entre Cárcel Física y Cautiverio del Alma

 

Cuando, por diversas circunstancias de la vida, somos detenidos y enviados a una cárcel, o cuando nos encontramos en situaciones que limitan nuestro movimiento, tendemos a enfocar la sensación de libertad únicamente en las estructuras físicas.

Sin embargo, hay personas que pasan gran parte de su tiempo en un trabajo desarrollado entre cuatro paredes y no se sienten presas. Por otro lado, aquellos que por asuntos legales deben permanecer tras las rejas —incluso en un lugar con tantas actividades como la nueva cárcel en El Salvador, donde siembran y cosen— pueden percibir una gran limitación.

Esto nos lleva a comprender que la libertad no es una condición física, sino un estado del ser. Lo que la libertad realmente significa es la percepción que tienes sobre lo que está sucediendo y sobre lo que estás haciendo.

 

 

 

2. La Libertad como Estado de Percepción Interna

 

Ser libre es un estado de lo que percibes en tu entorno. Puedes estar en un mismo lugar, sentado en una mesa con una situación incómoda, pero al mismo tiempo estar imaginando, soñando o conversando sobre temas fascinantes.

Cuando la libertad se mira únicamente desde la perspectiva física, pierde su verdadera esencia y el ego engaña al alma.

Cuando cumplimos con normas sociales simplemente por el deseo de complacer a los demás, nuestro ser interior, aunque físicamente libre y capaz de moverse, no experimenta una sensación de paz y tranquilidad. Esto se debe a que las acciones que realiza no son genuinamente deseadas.

 

 

 

3. Del «Debo Hacer» al «Es Valioso para Mí»

 

La perspectiva cambia cuando lo que deseamos hacer, en lugar de mirarlo como algo que se debe hacer en contra de nuestra voluntad, le damos un calificativo diferente. Hacemos las cosas porque son una necesidad que otros requieren de nosotros.

Si lo que hago es valioso y necesario para otra persona, estoy supliendo una necesidad, y eso me llena de satisfacción.

Mirar la libertad y la expansión del ser no debe enfocarse como algo que se muestra o es digno de aplausos, sino como aquello que el alma vive en su intimidad.

 

 

 

4. La Naturaleza Humana: Gobernando desde el Sentir

 

Para comprender esta libertad interna, cito un diseño original:

En el libro de Génesis, capítulo 1, versículo 26, quedó escrito: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.»

El diseño del ser humano es para gobernar, pero este gobierno se ejerce a través de lo que siente, no mediante la imposición de acciones a otros. Si todos los que estamos en la Tierra somos gobernantes, ¿cómo podríamos gobernarnos unos a otros?

Aquí se concreta que la libertad del ser humano no reside en gobernar a los demás o imponer su antojo, sino en el hecho de poder sentir aquello que desea hacer.

La libertad, entonces, pasa de ser un concepto de acción (hacer que otros hagan) a un concepto de sentir (sentir lo que deseas hacer). Son términos distintos, pues uno se da a nivel del cuerpo y el otro, a nivel del alma.

 

 

 

5. La Expresión del Alma y el Motor de la Vida

 

La verdadera libertad emana de saber que eres libre. Solo cuando entiendes que tu naturaleza es gobernar desde lo que sientes, te das cuenta de que solo estás atrapado cuando aquello que sientes no lo puedes expresar.

La expresión real del alma es aquella que te permite hacer conscientemente lo que deseas: comer algo que te guste, compartir con grupos de tu elección, dormir en el momento que lo necesitas, prestar atención a lo que te interesa, o disfrutar una relación con una persona de manera libre, gozando de la expansión de ser.

Entender este tipo de libertad te lleva a otorgarle a la vida la energía que emana de ti. Lo que realmente aportamos al mundo no es aquello que construimos con nuestras manos, sino justamente lo que sentimos. Lo físico que construimos es una manifestación de lo que el alma siente.

Cuando respetas lo que tu alma quiere hacer, entonces empiezas a ser ese gobernante para el cual fuiste diseñado: fuiste hecho para gobernar desde el corazón, desde lo que sientes.

 

 

 

6. La Represión del Sentir

 

Cuando no actúas desde tu sentir, reprimes tus emociones, y las emociones son el motor de la vida. Reprimir el motor que te mueve es como tapar el tubo de escape de un auto: la tensión se acumula, el sistema deja de funcionar, y eso es lo que sucede cuando decidimos hacer lo que supuestamente debemos hacer en lugar de lo que queremos hacer.

La religión y las culturas a menudo nos han enseñado que debemos comportarnos de cierta manera porque eso es «correcto» o es lo que «a Dios le agrada». Sin embargo, no se ha comprendido que todo conocimiento profundo del ser viene por revelación.

Cuando una organización (familia, empresa, sociedad, leyes) impone una conducta a las personas para complacer un bien o un ser superior, ignora que ese ser superior no te creó para que te comportaras de una forma determinada. Imagina a quien construye un objeto, como una tijera: no espera que la tijera se comporte de una forma específica para ser feliz, sino que sea lo que fue diseñada para ser