Una Divina Señal.

Juan 6: 28 y 29 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado.

Me dispuse a comenzar en casa para el 8 de marzo de 2015, fecha en la que se celebra el Día Internacional de la Mujer. Invite a una pequeña cantidad de mujeres, entre vecinas y amigas. El nombre que se le asignó fue: CASA DE ORACIÓN; por lo encontrado en el libro de:

Isaías 56:7 “yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”

Ese domingo, después de estar en ayuno y oración el día anterior, preparé una prédica sobre «Las Mujeres que Dios Bendice». Asistieron siete mujeres, lo cual para mí fue ¡estupendo! Neurys Ariza, vecina y amiga, me apoyó en la organización de la reunión, además de ayudarme a decorar el lugar donde se llevaría a cabo la reunión, y de traer unos regalos artesanales para las invitadas, con motivo de la celebración Internacional. Sin embargo, lo más especial de ese día fue la señal que recibí de parte de Dios, te cuento:

Al organizar el salón en el que estaríamos, tomé una planta de Anturim (nombre científico: Anthurium scherzerianum) eliminé sus hojas secas y dañadas. Recuerdo nítidamente que al ubicarla en la mesa que dispondría, la mire y le dije “Solo te quedaron 3 hojas, pero igual te ves bonita”.

Al finalizar la reunión y luego de preparar la cena, lo contemplé de nuevo; para mi sorpresa, en lugar de 3, ¡había 4 hojas!, ¡diossss!, en solo 3 horas creció una hoja completa. El tallo de aquella nueva hoja, tenía un tenue color verde, lo cual no era sorprendente, dado que su tiempo de crecimiento fue muy acelerado; días posteriores – 2 semanas aprox.– al abrir la biblia, leí el pasaje donde la vara de Aarón reverdeció.

No estoy seguro de qué hubieras hecho tú, pero lo que fui yo ¡estuve muy entusiasmada!, y más que segura de que mi Señor estaba conmigo.

Estableciendo sus Reglas

Me preparé con más fuerza para el domingo siguiente. Seleccioné canciones, preparé una predicación, y hasta unos aperitivos. Pero, para mi gran sorpresa, ese día, 15 de marzo del 2015, NADIE ASISTIÓ. Una me escribió el día anterior notificando que no podía asistir, otras, ese mismo domingo, que tenían compromisos familiares, y el resto simplemente no se presentó.

¡Imagínese!, después de recibir aquella Divina Señal, y estar convencida de que todo estaba bien; ¡no presentarse, ni un alma! Sentí confusión, molestia, tristeza y hasta fracaso, y busca, dentro de mis argumentos religiosos, la razón por la que nadie llegó y afirmé “esto es obra del diablo”. Me dispuse a rezar y a reprender a toda fuerza oscura que estuviera obstaculizando la obra de Dios. Pero no, lo que provocó que estas mujeres no llegaran fue mi Padre Celestial. Te lo cuento.

Mientras me encontraba en esa postura, con ese sentimiento de rabia, molestia, y de un momento a otro llega a mi corazón, un mensaje lleno de paz y amor que me proclama:

“Ellas no asistieron, pues la reunión de hoy, es entre tú y YO”

De nuevo, tuve una especie de diálogo con mi Padre; y lo clasificaré como «especie», ya que no uso palabras audibles, sino que llego a mi corazón, a mi alma, o a mi ser — no tengo certeza del lugar — una sensación de paz, junto a un mensaje tan perceptible, que no dejó espacio para la duda. En esencia, contenía lo siguiente.

“Como pastor de esta iglesia, soy quien les enseño (Mateo 23:8) que no deben exigir ningún tipo de comportamiento u conductas, ya que nunca les pediré que hagan o sean lo que no desean (1 Pedro 5:3). Acepten a todas las personas tal como se presentan. Las transformaciones o cambios en sus vidas estarán a mi cargo (1 Pe 5:10). No exijáis dinero bajo ninguna circunstancia; nada os faltará (Lc 22:35). Lo que deseéis hacer será en consenso; no asignéis puesto de liderazgo de ninguna clase, la que desee prestar apoyo, sea espontáneo (Mt 20:26). Tú también serás como ellas. En caso contrario, me retiraré y usted tendrá el mando.”

Se esfumó toda la molestia que experimentaba; no obstante, sentí algo de vergüenza, pues sí, debo ser sincera. Te hablo con el corazón abierto. La incomodidad que sentía aquella tarde se debía a mis intereses; me sentía fracasada y, además, temía ser criticada. Conocía el sector de donde salía y, si no lograba consolidarme, sería objeto de comentarios o señalamientos. Sin embargo, lo ocurrido aquella tarde eliminó toda preocupación por ese tipo de cosas. El poder tener, por primera vez, una conversación con Dios -aunque fue para corregirme- ha sido uno de los más valiosos regalos de mi vida.

Mi obra y las Tuyas.

En el primer episodio amplié lo que fue llenarme de obras, convencido de que era la manera de obtener la “santificación”, que debíamos procurar los llamados hijos de Dios, además, era el camino a transitar para testificar ante los ojos del mundo, que era una mujer “Verdaderamente Cristiana”. Consideré insignificante anular cualquier cosa en mi vida, en comparación con lo que Dios merece de nosotros. Apoyada en versículos – extraídos de contexto y con gran desatino – confirmaba todas estas acciones, entre ellas: Ga 5: 19 al 21; 2 Tim 2:22; Mt 7: 13-14; Mt 7:23; 1 Te 5:22; 1Pe 2:11; Sl 97:10; 1 Cor 15:34. Y muchísimos más.

Hoy en día, estoy muy consciente de que el origen tuvo lugar en el desacertado concepto, definición o significado que le conferí a términos como: Pecado, Salvación, Iglesia, Llamados, Autoridad, Evangelio, Vida Eterna, entre otros. Por ello, es esencial, darle la connotación que realmente posee. En la Biblia se encuentran más de 30 citas que afirman no vivir por obras; las cuales verbalice, pero como repite un loro; sin poseer la consciencia del contenido tan valioso que abarcan. Le dejaré unas cuantas.

Efesios 2: 8 y 9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

En este pasaje, el apóstol establece que la salvación es un don de Dios, y no un mérito nuestro, de manera que nadie pueda gloriarse. Esto queda claro también en Jeremías 31:33 y 34. A pesar de ello, escuché y me dije muchas veces que debía hacer cosas que demostrarían que soy salva. Mencionemos otra cita:

Gálatas 2:21 No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia {viene} por medio de {la} ley, entonces Cristo murió en vano.

En esta adición, se añade que el asumir o tener obras era igual que considerar NULA la muerte de Jesús. No obstante, en ocasiones afirmé que Jesús había expiado mis pecados; pero al ver a otros pecar, pensaba que habían perdido su salvación. Una completa contradicción. Veamos otro.

Romanos 11:6 Y si por gracia, ya no es por obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera, la obra ya no es obra.

En esta cita, el apóstol, en su carta a los Romanos, le muestra la misma contradicción que yo sufrí. Yo solo repetía por inercia que era por GRACIA, pero necesitaba demostrarme OBRAS; pero luego de hacer OBRAS, entonces afirmar que era por GRACIA. ¡No! Como dice un dicho en mi país, “O es chica o es limonada”

Para finalizar, cierro estos ejemplos con una parábola de Jesús que trata sobre este tema.

Lucas 18: 9 al 14: “Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo. Más el publicano, estando lejos, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado, y el que se humilla, será enaltecido.

A partir de ahora, expondré algunas situaciones muy peculiares. Dios usó para derribar paso a paso, mis argumentos;  presento uno de los eventos que más me conmocionó, titulado.

¡Las canciones, que si me gustan!

Un día me pregunté qué tipo de música le gustaba a Dios. Al examinar las escrituras, me encontré con lo siguiente en los Salmos:

Salmos 150: 3 al 5Alabadle con sonido de trompeta; alabadle con arpa y lira. Alabadle con pandero y danza; alabadle con instrumentos de cuerda y flauta. Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con címbalos resonantes.

Según la cita, se debía alabar a Dios con todos los instrumentos que existieran, pero en mi religiosidad despiadada, por más que leyera sobre esto, consideraba que la música suave era la mejor, puesto que reflejaba mayor santidad. Un día, expresé esta inquietud a Dios, y para mi gran sorpresa, me respondió presentando la siguiente escena:

 

Imagina por un instante que oigo todos los ritmos que, durante un domingo, suenan en las congregaciones del mundo. No creo que tu oído pueda aguantar por un minuto tal ruido. En los Salmos se registró que me alabaran con todo tipo de instrumento; lo que se dejó entrever, es que se hiciera de manera libre, con el ritmo o el instrumento que más les agradara. Los medios que el hombre utiliza para inspirarse son estos, y me gusta que lo hagan. Ahora bien, canten con el instrumento que sea, eso no tiene mayor relevancia, lo que sí tiene y es significativo, es que las canciones que a mí me gustan, son las que salen del corazón, las que entregan con él alma, con alegría. Por lo tanto, solo hazlo de la manera que más te guste, pero sobre todo con honestidad.

A pesar de esa hermosa declaración, tuve una contrariedad, dado que en las Escrituras en

Col 3:16 se dice: La palabra de Cristo, more en abundancia en vosotros en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con salmos, e himnos, y cánticos espirituales, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor.

La cita expresa que era con Salmos, es decir, con los registrados en las Sagradas Escrituras, pero para la Gloria de Dios, el Espíritu Santo me hizo comprender, que la palabra Salmos no fue exclusivamente asignada a esos preciosos escritos, y me condujo a que investigara que significa la palabra SALMOS, encontrándome en varios diccionarios lo siguiente: Salmos: Composición poética de Alabanzas al Creador.

Por otro lado, esa palabra en hebreos es Telhillim, que significa «Alabanzas» y en griego es «Canto», es decir, salmos es todo lo que se le compone a Dios. Por eso se expresa en:

Salmos 9:1 Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas.

La verdad es que pensar que solo los salmos registrados es lo único con lo que le debe cantar a Dios, sería expresarle o proclamarle algo que en ese momento no siento, y si Dios quiere nuestro corazón, él no va a imponer que le proclames palabras o frases preestablecidas. ¡Imagínate por un momento que escribes a tu hijo lo que te tiene que agradecer y también las palabras a usar; ¡Qué locura! No creo que ningún padre o madre haga tal cosa, eso no tiene sentido, o le compres el regalo que te dará para tu cumpleaños, Je Je Je, no tiene ni pies ni cabeza; pues no estarían expresando lo que desean. Esta imagen me enseñó que el perfume que Dios recibe es el aroma de nuestro SER.

Me he oído escuchar a otros expresar lo que, por un breve tiempo, consideré correcto. Ya sabes, cuando vivía en obras matando la gracia, pero afirmando que vivía por gracia y no por obras. Era esas obras las que necesitan alimentar, esta carne, que no se conformaba solo con la gracia.

¡Su medida de su Fe, es el Límite!

Dentro de las actividades regulares de Casa de Oración, se organizaban reuniones semanales para orar. En una de ellas se presenta una hermana llamada Ángela, quien nos había visitado días anteriores. En esa reunión nos presentó una situación muy personal que le afectaba desde hace 17 años. Estaba angustiada, necesitaba encontrar una solución permanente para lo que la perturbaba en su vida. Decidimos subir a la segunda planta de mi casa, un lugar que en ocasiones empleamos para orar, donde, además, se sentía mucha paz.

Después de iniciar la reunión con una oración, Ángela expresó lo que la perturbaba; en resumen, nos contó lo siguiente:

Mi madre nos llevaba a mi hermana y a mí a sesiones de espiritismo desde que éramos niñas. Ella era seguidora de la religión de la santería y su deseo era convertirse en santa, lo cual, según los requisitos de esa religión, requería que sus hijos también practicasen la santería. A partir de los 7 años, yo asistía obligada y me exigió participar en sesiones con animales muertos, entre otras cosas muy desagradables. De adulta, me negué a continuar asistiendo. Busqué una iglesia para librarme de esos espíritus. Acepté a Jesucristo como mi único Salvador; y me uní a las actividades que organizaban, lideré grupos de jóvenes; pero con todo lo que he hecho, aun esos espíritus siguen apareciendo en mi cama, en mi casa, no sé cómo librarme de ello. He consultado a líderes y pastores, pero todos me dicen lo mismo: «que confíe en Dios, que Él me librará», pero pasa el tiempo y todo sigue igual. No tengo idea de qué hacer, estoy desesperada.”

Su respuesta a su inquietud fue misma; que tenía que confiar en Dios sin más que añadir. Se lamentó al tener que continuar sin una salida; sin embargo, en su deseo de encontrar una respuesta, siguió exponiendo su sufrimiento. Por mi parte, solo podría prestarle toda mi atención, procurando entender su angustia, para luego orar por ella.

Ahora bien, de forma inesperada y en cuestiones de segundo, envían a mis pensamientos la respuesta que Ángela esperaba. Hago un breve paréntesis. Aprovecho este momento para manifestar que, cuando mi Padre Celestial me concede un mensaje, además de disfrutarlo al máximo, me llena de tanta energía, que si algún malestar, hambre o preocupación presentaba, desaparece. Y la forma de comprenderlo es parecida a como si te colocan delante un paquete muy grande y sin mover un dedo, observas cómo se abre antes tus ojos y contemplas todo el contenido.

Ahora bien, continuando con lo recibido para Ángela, el Padre de Gloria, por medio de su Espíritu Santo, valiéndose de las experiencias que adquirí el tiempo que consulte hechiceros, y enlazando con las enseñanzas dejadas por Jesús, me expuso el motivo por el cual estos espíritus del bajo astral se mantenían en la vida de esta mujer. Por lo que le manifesté:

¡Espere un momento! Dios acaba de revelarme lo que está sucediendo y cómo vas a salir de todo esto. Te explico:

Imagina una línea de un metro; esta recta representa tu Fe.  No obstante, ella no posee los 100 cm, sino unos 70 cm, y es por esos 30 cm que faltan que ingresen estos espíritus. Sin embargo, ¿por qué sucede esto? Se debe a que las cosas que experimentaste, tales como la sangre que tomaste, los rituales, las velas negras, entre otras cosas. Ahora, Dios me muestra que todos estos rituales tienen un único objetivo; y es impactar para hacer crecer tu fe en ellos. Es por eso que, en vez de usar una vela blanca, los brujos o hechiceros toman un velón negro, pues el negro es más terrible que el blanco, y en vez de usar una sola, agarran 15. Del mismo modo, envían a buscar el animal de tal edad y con unas condiciones específicas; todo con la intención de afectar tu creencia y, por ende, tu fe en ellos. Pero lo que realmente tiene fuerza no son las velas, los animales, la sangre ingerida, ni nada de eso, sino TU FE, es la que tiene poder y es el medio que utilizan para afectar tu vida.

  Jesús enseñó sobre este tema; en

Marcos 11: 23 declaró. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudaré en su corazón, más creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho. Y en Mateo 15: 10 y 11 preciso: Y llamando junto a sí a la multitud, les dijo: Oíd y entended: – no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.

Al finalizar mi presentación, Ángela me dijo Tenía diecisiete años, esperando esta respuesta y tú me la diste, muchas gracias.”  Inmediatamente le respondí. Ten en cuenta que no sabía qué responder, y fue Dios quien te brindó la salida, yo solo recibí el mensaje, así que para Dios sea la Gloria.

Algún tiempo después la vi, y le inquirí acerca de cómo le había ido con el asunto, y me respondió que todo eso había desaparecido de su vida. Aleluya.

El Espíritu Santo, a través de esta enseñanza que también recibí, me hizo comprender que ninguna de las acciones que realizamos externamente tienen valor, si no va acompañado de un sentimiento genuino. Sin duda, enseñanza crucial, base, fundamental o medular que mi padre me transmitió para desbaratar toda conducta, norma, precepto que consideré apropiado, justo o santo; para merecer ser su hija y lo que supuestamente me llevaría a la presencia de Dios.

La Obra es esta.

Para concluir este episodio, y de acuerdo a lo que hemos visto, La obra, la cual pudiese referir esfuerzo físico; en términos espirituales o divinos, no tiene nada que ver con acción alguna cómo ya hemos visto. Sin embargo, cabe la posibilidad, que te surjan inquietudes, como las llegue a tener por un tiempo. Por ello, permíteme concluir este segundo episodio junto a ti, e imaginemos por un momento que nos encontramos los(as) dos en un hermoso lugar, disfrutando de un rico café o un jugo si le prefieres, y entre nosotros(as) surge el siguiente diálogo:

Tú – Pero, sí es vivir por fe, en las escrituras quedó registrado, que la fe sin obra es muerta, (Sant 2:26) por lo tanto, tengo que demostrar con obras que tengo fe en Dios. va aquí.

Mi respuesta a esta supuesta declaración de tu parte, sería:

Yo – Ciertamente, la fe sin obra es muerta, pero la obra que indicó el Señor Jesús no tiene que ver con acciones sino con una creencia.

Juan 6: 28 y 29 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado.

Ahora bien, después de responderte con esta cita, es muy probable que tú agregues.

Tú – Pero, es que yo creo en Jesús, que fue el enviado de Dios, que murió en la cruz, que resucitó al tercer día, es nuestro Salvador, y que está sentado a la Diestra del Padre en el Reino de los Cielos. No tengas duda, de que realmente lo creo y lo proclamo.

Si esta llegase a ser tu respuesta; obtendrías de este lado lo siguiente.

Yo – Declarar que crees, que Jesús es el hijo de Dios, que fue crucificado, resucitado al tercer día, que es nuestro salvador, y todo lo demás, es semejante a tener la certeza que mañana sale el Sol, es decir, no es algo que requiera esfuerzo alguno; es tácito, la mayoría de las personas en el mundo, ¡para excluir a los pocos que reniegan de Dios!, así lo creen. Por consiguiente, la OBRA DE CREER, es muchísimo más que eso, y esta, está relacionada con tu libertad. Veamos.

Juan 8: 31-32 Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; – y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Al recalcar, “Si vosotros permanecéis en mi palabra” he allí LA OBRA de los que habían creído; permanecer en ella, era, o ES, el GRAN TRABAJO POR HACER. Y aquí, sigo imaginando que delante de 2 estupendas tazas de café – como nos guste a cada uno(a) – seguimos debatiendo; y en nuestro diálogo añades:

Tú – Pero es que yo creo en la palabra que Jesús nos dejó, y estas son las que quedaron reflejadas en las sagradas escrituras.

Una vez más, y luego de tomar un poco de café, contestaría:

Yo – Sí PERMANECES, o lo que es igual, no te desvías, no añades, no le quitas, no propones, ni sugieren o consideras algo más, por muy loable que parezca, sino que, te mantienes en la Palabra que os dejó, que fueron las entregadas por el Padre Celestial (Jn 17:8), no tendrías ninguna necesidad de tener que mostrar obras. Si revisas las enseñanzas dejadas por Él, y REALMENTE PERMANECES EN ELLA, lo TESTIFICARÉ siendo VERDADERAMENTE LIBRE de toda necesidad de HACER para poder merecer de Dios.

Continuando con nuestro hermoso e imaginario diálogo; existe la probabilidad que venga a tus pensamientos, una pregunta más.

Tú – ¿Y cómo has considerado esa Libertad, o, que es para ti, ser Verdaderamente Libre?.

Te respondo:

Yo – La libertad que obtuve de creer en Jesús, no es solo creer en su palabra o sus enseñanzas; sino en aplicarlas en mi vida, es decir, que puedo elegir en cada instante lo que deseo hacer, guiada por la Paz en mi corazón, pues, me ha enseñado que es la señal, o el timón que te indica, que es de Dios lo está allí. (Flp 4:7) Que buscarle a Él, no es orar de rodillas, sino desde el corazón, (Jr 29:13) y que la adoración más grata a Dios, es hacerle bien al prójimo.(Heb 13:16)

Que equivocarse trae consigo experiencias, para hacerme crecer. (Rom 8:28) Que a mi vida, llegan bendiciones, en la medida que lleve o deseo a otros las que espero para mí, por lo tanto, el bien que hago al prójimo, realmente es a mí quien hago. (Lc 6:38)

Que el compararme con el otro, es igual a aniquilar mi existencia como ser único, y darle mi lugar a esa imagen que tengo de otro.

(Rom 12:3) Que no tengo un destino predeterminado, sino un camino que construir de su mano, y por ello cada instante decido que hacer o que no. Y espero la paz en mi corazón que me indica que es el camino(Pr 16:9)

Que para amar los demás, primero debo amarme a mí mismo, no es decir, siempre SÍ, pues el decir NO, te lleva a darte valor y respeto, y partiendo de ello, es que puedes amar a otros, respetando sus decisiones de igual forma. (Mt 22: 39)

Que mi deseo de hacer algo para mí o para otros, ha sido puesto en mi corazón por Él, pues es DIOS quien pone tanto el querer como el hacer (Fil 2:13).

Groso Modo, esa es la Libertad, que también me costó creer.

Ahora, regresando a este espacio, es decir, dejando ese maravilloso lugar, con esas estupendas tazas de café o jugo, pregunto; ¿Por qué será tan difícil PERMANECER?, es decir, por qué nos cuesta tanto no añadir, y, en cambio, hacer tal cual quedó reflejado; por qué, no solo hacer lo que se nos indicó, como lo es: El Amar a Dios, amarnos los unos a los otros, partiendo el pan junto, siendo misericordiosos, no juzgando, pagando nuestras deudas, no tener diferencias con nuestros hermanos, visitar y dar apoyo a los más necesitados, congregarnos para exhortarnos los unos a los otros, bendecir a los que nos maldicen, entre tantas cosas que de seguro ya has leído. Bueno, allí es donde viene el GRAN TRABAJO O LA OBRA.

Realmente es muy cuesta arriba, estar en este mundo y cumplir leyes de otro Reino. El planeta Tierra, el cual habitamos, tiene por Ley principal, hacer sacrificios u obras que te otorguen cosas o merezcas otras, además, de estar enraizado esta condición o ley en nuestro ser; por lo tanto, no aplicar esa misma ley a las cosas que atañen a Dios, es algo que requiere de nuestra parte un gran esfuerzo. Vivir de acuerdo a esta voluntad que dejó para todos nosotros, regresar a la senda antigua, que repito, es que vivamos en amor, que seamos una familia unida, que dejemos de lado la pretensión de buscar puestos jerárquicos en las cosas que a Dios compete, que dejemos de mirar al que hace, y al que no hace; es SUMAMENTE COMPLICADO. Esto, que hoy se evidencia en muchos lugares y en muchas personas, fue además profetizado:

Jeremías 6:16  Así dice Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál es el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Más dijeron: No andaremos.

Pero la Gloria sea por siempre a nuestro Señor y Padre, nuestro único Dios, que de igual manera a través de sus siervos anunció; que llegarían estos tiempos, en la que luego de Él sembrarse en nuestros corazones y entrañas, como lo expresa la cita que dejamos en la Dedicatoria de este libro, este pueblo escuchará ese llamado, y preguntara por ese camino.

Jeremías 50: 4 al 5: En aquellos días y en aquel tiempo–declara el SEÑOR– vendrán los hijos de Israel, ellos junto con los hijos de Judá; vendrán andando y llorando, y al SEÑOR su Dios buscarán. Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros; vendrán para unirse al SEÑOR en un pacto eterno que no será olvidado.

ALELUYA. Mientras sigo encontrando promesas tan valiosas comprendo todo el cambio que ocurrió en mí. No me resta más que alabar y cantar esa hermosa canción que tanto me agrada, y que se titula, AQUÍ ESTOY; del Salmista Jesús Adrián Romero, al que, con tu permiso, aprovecho de enviar muchas bendiciones y fuerte abrazo. Os dejaré el enlace de la canción:

Cerrando este Episodio referente a las OBRAS, primer término que me llevó a salir de toda religión, te lo resumo con las mismas palabras que Jesús expresó y que de seguros has verbalizado en algún momento: AMA A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS, Y TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO. La canción que recuerdo, y que siempre canté, del Salmista Jesús A. Romero.  “AQUÍ ESTOY YO”