EL ORIGEN DE MIS ACTOS

 

Génesis 3 11:y Dios le dijo: ¿quién te ha hecho saber qué estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras?

Cuando Adán se da cuenta de que está desnudo, el SEÑOR Dios le hace dos preguntas para aclarar el origen de su nueva condición. La primera cuestión está relacionada con lo externo, es decir, si el cambio de conducta pudo surgir por algo ajeno a él. Y la segunda pregunta alude a lo interno, es decir, qué en el estado en el que se encontraba Adán, se originó por algo en su interior.

Con ello deseo resaltar que así como el SEÑOR Dios, plantea dos alternativas para dar explicación a un hecho ocurrido en el primer hombre, de la misma forma ocurre con nosotros. Las acciones que cometemos o cambios que realizamos en nuestras vidas siempre tiene uno de estos dos orígenes, o por algo que llega de lo externo o interno. Cuál de las dos es más importante, a la hora de calificar, sentenciar, juzgar o determinar. Como se indica en las sagradas escrituras, lo que se establece como definitivo es lo que procede de nuestro interior, y no del hecho en sí mismo.

¿LO QUE HAGO ME DEFINE? ¡PUES NO!

Jesús lo enseño en:

Mateo 15: 11 no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.

El evangelio de Marcos también lo reseña.

Marcos 7. 14 y 15 y llamando de nuevo a la multitud les decía:   escuchadme todos y entended. No hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino lo que sale fuera del hombre es lo que lo contamina.

Aquí hago hincapié en lo mismo que Jesús, ya que ha enfatizado que nada fuera de mí ni de ti nos puede contaminar, es decir, todo aquello que en tu vida te pueda rodear, o puedas consumir, o escuchar, tiene poder para pervertir lo que eres a los ojos de Dios. Aunque tus semejantes y hasta tú mismo te califiques por cosas que ocurren fuera de ti, es de suma importancia que entiendas qué para Dios no es lo externo a ti, sino lo interno, lo que sale de tu corazón, de tu ser, de tu alma, lo que muestra tu verdadera condición ante Dios.

Proverbios 4: 23 y 24 Con diligencia guardo tu corazón porque de él brotan manantiales de vida – Aparta de ti, la boca perversa y aleja los labios falsos.

Es muy importante que comprendamos bien este punto, porque muchas veces evitamos a personas, alimentos y otras cosas, pensando que seremos castigados por Dios por ello. En las religiones se ve mucho de esto, la imposición de conductas, la eliminación de diversas cosas son asuntos que siempre están a la orden del día; cada una con elementos diferentes, pero todas asegurando que para que se pueda dar testimonio de que se es un hijo de Dios o de que realmente se le ama, se debe demostrar con cambios externos, y se respaldan con versículos bíblicos que sacan de contexto para avalar esta acción. Entre los más usados están.

1 de Juan 2: 15No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

Santiago 4; 4 ¡ Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios

Las religiones califican a las personas por lo que hacen y no por lo que sienten. Pero es importante tener en cuenta que lo que nos define delante de Dios es lo que sentimos y no lo que hacemos, aunque lo que hacemos nos pueda calificar delante de mundo, delante de Dios somos calificados por lo que sentimos al hacer, por lo que deseamos hacer y no porque terminamos haciendo.

Aunque esto te parezca una reverenda estupidez, no lo es, y no es porque lo diga YO, aunque tengo la potestad de decirlo, pues así me ha mostrado el Espíritu Santo, pero me apoyaré en lo afirmado por el apóstol Pablo, que de ese no tendrás dudas.

Romanos 7 :16 al 20 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. – Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. – Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso, práctico.  Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí.

 

 ME DEFINE MI CORAZÓN. ¡NO MI ACCIÓN!

Adán también sintió miedo porque era consciente de su desnudez, pero no tenía el conocimiento del porqué sentía todo aquello como lo tuvo Pablo, además el SEÑOR Dios al verlo cubierto y escondido tampoco lo condenó por cubrirse o por esconderse, sino por lo que estaba dentro de él. Veamos la respuesta que  da Adán a Dios en su nueva condición.

Génesis 3: 12Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.

Véase que Adán ni siquiera responde la pregunta que se le hace, sino que responde con evasiva, y en lugar de responder algo como, si comí, me lo dio la mujer, comienza su respuesta por señalar a la mujer y además decir que fue porque Dios se la había dado. En otras palabras, culpable Dios que le dio la mujer y al final el de víctima (bueno así lo veo yo!, si tu vez algo diferente escríbeme, sería bien evaluar otra perspectiva)

En resumen, nuestra labor está en cuidar lo que emana de nuestro corazón es lo que tenemos por delante, no determinando lo que somos, por lo que hacemos, sino por lo que sentimos; siendo conscientes de que Dios nunca califica por acciones, sino por lo que tenemos dentro. El buscar de Él también es de la misma manera, desde nuestro corazón, desde nuestro interior.

Jeremías 29:13 `Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.